Tendemos a pensar en la transformación como algo que debe hacer toda empresa ante la crisis, realizando una serie de acciones, cambios profundos y drásticos bajo presión con el objetivo de revitalizar la organización.

Cuando hablamos de transformación no hablamos de reestructuración. La reestructuración es la consecuencia de no haber hecho la transformación a tiempo.

Las transformaciones deben hacerse cuando todo funciona y las cosas van bien. La transformación preventiva, es la manera más óptima de adaptar la organización a los cambios del mercado, en lugar de reaccionar ante ellos, la mejor manera de aprovechar estos cambios es transformar de forma preventiva la empresa para hacerla más competitiva.

Entender que tenemos que convivir con dos modelos empresariales, mediante la gestión y el liderazgo durante un tiempo, es la mejor manera de hacer frente a los cambios.

La bajada de la cifra de ventas, la presión en los precios, márgenes más bajos, clientes insatisfechos, etc. no son sino la consecuencia de la pérdida de competitividad de la organización. Esforzarse en mejorar más y más aquello que hemos venido haciendo en el pasado es la mejor manera para acabar teniendo que  reestructurar la empresa o cerrar.

Los CEOs deberían ocuparse en tiempos de grandes transformaciones y nuevos disruptores tecnológicos de preparar a sus empresas para poder aprovechar las grandes oportunidades y mejorar así la competitividad y sostenibilidad de sus empresas.

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