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Aprender a convivir con la dualidad – equilibrio e inestabilidad -, en periodos cortos de tiempo, será una de las habilidades estratégicas más importantes de futuro para que las empresas rápidas consigan diferenciarse de las más lentas.

Pasar de la estabilidad empresarial a la inestabilidad innovadora.

Aunque parezca paradójico, cuanto más estable sea hoy una empresa respecto a su modelo de negocio, más aumenta su riesgo y más cerca se está de cerrarla.

Debido al gran número de cambios que se producen actualmente, las organizaciones deban adaptar sus principios estratégicos a nuevas situaciones con mucha más frecuencia que nunca.

En el vertiginoso entorno empresarial del siglo XXI, dos elementos fundamentales destacan como impulsores clave del éxito: el talento humano y la tecnología. La combinación de ambos se ha convertido en una fuerza poderosa para impulsar la innovación, la eficiencia y el crecimiento sostenible de las organizaciones.

Cuando formalmente establecemos estructuras y liderazgos que bloquean el flujo adecuado de comunicación entre los empleados y/o informalmente no damos la libertad para que la gente se expanda continuamente para crear los resultados que esperamos…, esa aspiración colectiva se desvanece.

Hace años que vivimos inmersos en profundos cambios, tanto de índole social como empresarial.

Y como consecuencia, uno de los temas que más se ha debatido en las últimas décadas, ha sido la cultura del cambio. Hacer que la gente se adapte a aquello que creemos es necesario en ese momento.

Una mirada más profunda del reconocimiento en el trabajo es que amplifica el bienestar de las personas, lo que demuestra que el reconocimiento de los empleados es un elemento crítico en su vida personal y profesional, y una poderosa herramienta, para que los líderes hagan crecer sus organizaciones.

Un mundo con problemáticas distintas necesita de soluciones distintas, y la innovación disruptiva es fundamental para el desarrollo de estas soluciones. Lejos del business as usual, al que muchas empresas están acostumbradas.

Las innovaciones disruptivas destinadas a generar cash flow a tres o cuatro años vista, no pueden basarse mediante presupuestos departamentales anuales, o acabarán abocades al fracaso.

Algún día Amazon caerá, dijo Jeff Bezos a sus colaboradores hace unos meses. Su reflexión está impregnada de sabiduría. Amazon no es una compañía indestructible, y además, la vida útil de las empresas se ha reducido.
Si observamos las grandes empresas, su duración actualmente va de los 30 años a no más de 100.
 
La consultora Innosight, prevé que la vida media de una empresa en 2027 sea de tan solo 12 años.

La rentabilidad del accionista a largo plazo depende, sobre todo, del crecimiento. Cuando las empresas responden a una desaceleración económica con medidas de reducción de costes generales, muy a menudo desencadenan un ciclo negativo de disminución de los ingresos y de reducción de los márgenes, reduciendo así, el capital disponible para la inversión.

Muchas empresas caen en el síndrome de Alicia. No es cuestión solo de invertir en tecnología. Invertir es necesario, ya que de no hacerlo, incurrimos en el riesgo de la no consecución de algún rendimiento satisfactorio en alguna/s dimensión/es empresariales en un momento dado.

Llevamos meses desde System Group hablando en conferencias, charlas, post, seminarios, universidades, etc. de la necesidad de transformación de las empresas, y especialmente las PYMEs de nuestro País.

Una transformación empresarial no implica cambiarlo todo. De hecho, si hubiese la necesidad de cambiarlo todo significaría que el retraso competitivo de la empresa, respecto al entorno, es muy grande, y en una época donde los ciclos de cambio son muy cortos, esto supondría el cierre definitivo de la empresa.

Si queremos empresas que tengan la capacidad de adaptarse a las nuevas tendencias del mercado mediante la transformación empresarial debemos poner la inteligencia del liderazgo transformador al servicio de los demás.

Entre el laisse faire y el autoritarismo a la hora dirigir empresas hoy tiene más sentido que nunca el postulado de Aristóteles:

«En nuestros sentimientos es fácil desviarse a lo recto o a lo torcido; pero alcanzar el justo punto medio, es difícil.»

La Innovación no necesariamente ha de estar vinculada a un producto y/o tecnología si vuestra propuesta crea valor para vuestros clientes, y el modelo de negocio, para vuestra empresa.

Los dirigentes empresariales se refieren a las personas como «sus activos más valiosos» y sin embargo, la gran mayoría no cumplen con ese mantra. Analice cómo su estrategia de personas encaja con las preguntas de este post.

Para aprovechar las oportunidades y prepararse ante las recesiones, las empresas inteligentes se transforman antes de que tengan que hacerlo por necesidad.

En esta ocasión debatimos cuales son los aspectos claves en la agenda de la Dirección General para afrontar los próximos años.