Los aspectos regulatorios en la actividad de las empresas, hasta hace unos años, estaban limitados, a cuestiones básicamente fiscales, laborales, medioambientales y poco más. Sin perjuicio de las regulaciones sectoriales para determinadas empresas que debían cumplir normativas sobre todo en materia de seguridad (alimentación, farmacéutica, transportes, etc.).

Los cambios sociales, económicos y tecnológicos, han hecho proliferar nuevas regulaciones para dar repuesta a dichos cambios. Este es el motivo por el cual hoy tenemos cada vez más nuevas regulaciones que afectan a todas o buena parte de las empresas.

Un ejemplo de ello, son las normas sobre protección de datos, para regular el uso que hacen las empresas de los datos personales. O las normas en materia de responsabilidad social corporativa (RSC) que están pasando de ser simples recomendaciones, a normas de obligado cumplimiento para ciertas empresas. 

Regulaciones, algunas de ellas, que solo vinculan directamente a ciertas empresas (de mayor tamaño), pero que pueden llegar a afectar de forma indirecta a Pymes, al verse obligadas a responder a las exigencias de sus proveedores o clientes, firmando códigos de conducta, o cláusulas contractuales o sometiéndolas a evaluaciones a las que no saben muy bien cómo responder.

Todo este volumen regulatorio constituye un desafío más para las empresas, ya que no solo tienen que adaptarse a los cambios en sí mismos, sino que, también, deben adaptarse a las regulaciones derivadas de dichos cambios, obligándolas a comprender y adaptarse a este entorno normativo en constante evolución.

Sin dejar de mencionar la mayor complejidad que deben afrontar las empresas con actividad internacional, ya que pueden verse afectadas por regulaciones procedentes de diversas jurisdicciones.

La experiencia de los últimos años con clientes del despacho es la falta de capacidad técnica y de recursos para ocuparse de todo este ingente volumen regulatorio y por ello nuestras recomendaciones son:

1. Mantenerse informadas sobre las últimas regulaciones.
2. Trabajar en estrecha colaboración con asesores legales.
3. Formar adecuadamente al personal.
4. Asignar las responsabilidades en materia de cumplimiento.
5. Diseñar un programa que asegure el cumplimiento de todas las normativas que afectan a la empresa.
6. Y, sobre todo, establecer medidas de control y cumplimiento razonables y proporcionadas a la operativa de la empresa, para evitar perdernos en este entramado legal.

Porque no se trata simplemente de actuar reactivamente para mitigar los riesgos de incumplimiento legal, sino también, de hacerlo proactivamente para aprovechar las oportunidades en este complejo laberinto legal.